texto curatorial
SISSI HAMANN
Lo intercultural señala hacia una conciencia compartida que forma puentes entre el mundo de origen de uno y de los otros. Tomamos los procesos interculturales como aquellos que permiten la multiplicación de contenidos y significados, como procesos de traducción, en los cuales las ideas y practicas particulares de un grupo son apropiadas para adquirir nuevos colores dentro de lo permitido por el área esencial de significado de las mismas.
Entiendo la obra de Carolina como aquella que- reconociendo la futilidad de la reconstrucción conceptual del otro en uno mismo-apunta a la integración de aquellos significados generados a la propia experiencia cultural a través de la creación de un espacio ritual de mediación reflexiva.
En este explorar (inter) cultural, Carolina plantea preguntas abiertas que hacen eco de gadamarianas fusiones de horizontales hermenéuticos desde los cuales la comprensión de una tradición, requiere apertura no solo hacia todas las posibles respuestas, sino también a cuestionar las mismas preguntas planteadas y la posicionalidad del interrogador en este intercambio de experiencias.
Gilles Deleuze, desconfiado de la noción de cultura y abogado más bien de la idea de “encuentros”, nos recuerda que los últimos no se dan con gente sino con cosas, planteando que la condición necesaria para la generación de un “encuentro” radica en la actitud de acecho que mantiene un animal al encontrar algo. La obra aquí presente requiere una cierta animalidad instintiva que permita una participación experimental en presencia, donde el dualismo entre el arte/apariencia, naturaleza/realidad, otro/uno mismo y representación vivencial que convierten la obra de arte en un acontecimiento único de ser. No veo, presencio incita de manera ritual a construir significados a través de la experimentación de los artefactos-detonantes presentados e invita a los imaginarios participantes a buscar en el cotidiano, objetos perceptibles que puedan contener, cuestionar y multiplicar aquellos significados.